25. Máscaras de la Verdad

OBSERVATORIO - CASOS - DIOCÉSIS DE YOPAL

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Lugar: Yopal, Casanare.
Modalidad: Memoria histórica, Reconciliación y Paz.
Tipo: Antropológica, Ecológica, Estructural y Teológica
Autores: Fundación Nacional Cuéntame Tu Verdad Cuenta, Colectivo de Máscaras de la Verdad
Participantes: Fundación Nacional Cuéntame Tu Verdad Cuenta, Colectivo de Máscaras de la Verdad, Iglesia Católica
Otros: Comisión de la Verdad, Justicia Especial para la Paz (JEP), Yolanda Perea (Líder Nacional De Violencia Sexual), comunidades participantes de víctimas
Objetivo: Construir memoria histórica, reconciliación y paz, desde las máscaras de la verdad como estrategia de sensibilización y toma de conciencia para que víctimas y victimarios del conflicto armado narren la verdad de los hechos en sus territorios.
Timeline: Desde el Acuerdo de Paz del año 2016
Duración Siete años y sigue en proceso de construcción
Descripción de la experiencia

Los diálogos instaurados en La Habana, Cuba, por el presidente Juan Manuel Santos (2010-2018) sentaron un diferenciador frente a las tradicionales formas de negociación del Estado colombiano, a pesar del extenso tiempo de negociación, los avances en materia de dejación de armas y cese al fuego fueron significativos; al haberse constituido como un proceso incluyente y participativo, el 2 de octubre de 2016 se realizó el Plebiscito sobre los Acuerdos de Paz entre el Gobierno Nacional y las FARC-EP, ante la pregunta ¿Apoya usted el acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera? Se pretendía obtener el apoyo de la mayoría de la población, respondiendo de manera positiva, sin embargo, el día 2 de octubre del año 2016, tras meses de campaña, los colombianos votaron apoyando el NO.

Independientemente del resultado del Plebiscito, el Acuerdo de Paz trata de poner fin a un conflicto que durante años asoló a la sociedad colombiana; no solo el título del Acuerdo expresa con toda contundencia esta realidad de búsqueda para la terminación del conflicto, sino que, precisamente, lo primero que se indica en la parte dispositiva es que, “luego de un enfrentamiento de más de medio siglo de duración, el Gobierno Nacional y las FARC-EP, hemos acordado poner fin de manera definitiva al conflicto armado interno”, siendo así que se especifican con bastante detalle las principales consecuencias de esta terminación y que se centran en “el fin del enorme sufrimiento que ha causado” y “la apertura de un nuevo capítulo de nuestra historia”, con el inicio de “una fase de transición” para que “los conflictos sociales se tramiten por las vías institucionales, con plenas garantías para quienes participen en política” (Fernández, 2018); el Acuerdo supone, por lo tanto, un instrumento político-jurídico (Rojas, 2018) destinado a constatar la voluntad que lo inspira, es decir, acabar con una etapa de largo y doloroso enfrentamiento entre distintos sectores de la sociedad colombiana y, con ello, destinado a “desmovilizar” a uno de los grupos armados (con seguridad, el más importante) que vinieron operando en territorio colombiano: las FARC-EP (Murillo, 2019).

En este marco, surge la Fundación Nacional Cuéntame Tu Verdad Cuenta y el Colectivo de Máscaras de la Verdad, compuesto por mujeres víctimas del conflicto armado, de los diferentes hechos victimizantes, como entes que reconocen la importancia de los acuerdos y de la verdad como mecanismos de memoria y reparación; así, figuras como Carolina Olmo Chacón (protagonista de este caso), representante de estas dos organizaciones, empiezan a construir espacios de escucha a las víctimas, sin embargo, tal como lo menciona, “al momento de escucharlas nos dimos cuenta de que existía una gran falencia entre nosotros mismos, era ese temor de contar esos hechos que nos ocasionaron tanto dolor; después de tantos ejercicios y tantos ensayos, logramos desde el arte ver ese conducto que necesitábamos para poder contar esa verdad”, entonces, como lo menciona Carolina, “iniciamos un ejercicio artístico a través de una metodología que logramos implementar, que es: la identificación del dolor, sanación emocional y reparación espiritual, a través de esta metodología, vamos desarrollando unas piezas, obras de arte, lo que nosotros llamamos Máscaras de la Verdad, que cuentan los hechos vividos en el conflicto”.

Este caso permite analizar que la construcción de la memoria, las gramáticas del recuerdo, y sus implicaciones en contextos sociales marcados por violencias, formas de opresión y confrontación política, étnica, entre otras, representan un papel de vital importancia en la necesaria tarea de darle una dimensión narrativa a los acontecimientos enmarcados en relaciones conflictivas y/o represivas configuradas en el pasado reciente de la sociedad; en Casanare, los procesos de construcción de memoria colectiva, sobre la violencia política, la mayoría de las veces signados por el silencio, el miedo y la represión, encuentran en el arte y en las expresiones culturales escenarios de visibilidad que contrastan con las visiones hegemónicas y las estructuras de poder que tradicionalmente han llamado al olvido y al silencio (Martínez, 2013, p, 45); las máscaras de la verdad representan una práctica estético-artística configurada en este horizonte de relaciones, comportan la posibilidad de hacerse testimonio y archivo de memorias sobre la violencia; sin embargo, aquí la noción de archivo no es comprendida como un depositario que ordena un material siguiendo patrones preestablecidos, sino como un dispositivo de enunciación, visibilidad y performatividad que detona, provoca sentidos inscritos en el cuerpo individual o social, en un contexto que no permite su emergencia en otros registros, porque las palabras nunca pueden decirlo todo o incluso lo fundamental.

La representación de la máscara de la verdad, permite reflexionar sobre el significado y diferencia entre el rostro y máscara; según Lévinas (1961), el rostro es aquello que singulariza a cada ser humano, aquello que hace visible su ser único y valioso, aquello que el humanismo y el individualismo ético han ensalzado, aquello que oculta esa singularidad, aquello que lo remite a un tipo, a una categoría, a un estereotipo, aquello que corre el riesgo de ser intercambiable, borrable, prescindible; como resume Jacques Aumont (1992), “la máscara, que tiende a una tipología construida, social, diferenciable, comunicante o simbólica, llega a dificultar la percepción del rostro individual, innato, personal, expresivo, proyectivo, empático” (p, 63); relacionar esta visión con el objetivo de la Fundación Nacional Cuéntame Tu Verdad Cuenta y el Colectivo de Máscaras de la Verdad, implica reconocer las máscaras realizadas por las víctimas como una acción particular, subjetiva y, al mismo tiempo, de convención o transgresión, se hace escenario del juicio de los otros, de su señalamiento, de su coacción e incluso de su violencia; se expresa, no solo para representar los cuerpos violentados o para traer a la presencia los desaparecidos, sino como posibilidad de encarnar la memoria, es decir, de hacerla cuerpo, dándole otro registro al recuerdo, otra gramática que complemente e incluso contraste su función narrativa desde la palabra y le permita habitar otros lenguajes.

De esta manera las personas, en su mayoría mujeres, también hombres y otros sectores como LGBTIQ y adultos mayores, aportan desde sus expectativas como víctimas directas o indirectas del conflicto, elementos para enriquecer el impacto de esta iniciativa en la verdad; en el marco de las validaciones a la hora de realizar las máscaras, como parte de la construcción de objetos de memoria, no solo se destacan la violencia sexual o física que padecieron, sino sus resistencias, anhelos, temores y esperanzas, tal como lo menciona Carolina: “es una estrategia de sensibilización y toma de conciencia para que víctimas, victimarios, terceros, voluntarios y comunidad en general narren la verdad de los hechos como derecho ocasionado en el marco del conflicto armado, de esta manera podemos construir tejido social, de esta manera podemos construir personas que aporten al proceso de paz y, lo más importante, que puedan darse a conocer como lo que siempre hemos marcado dentro del proceso: saber la verdad de esos hechos”.

Desde la reparación espiritual, que implican las máscaras de la verdad, con el acompañamiento de la Iglesia, se recalca que “gracias a Dios han logrado superar esto porque las víctimas del conflicto, ellas mismas dicen, que nunca tuvieron el apoyo del Estado, nunca tuvieron acompañamiento psicosocial en las situaciones en donde estaban en alto grado de vulnerabilidad”, esto significa que el diálogo espiritual y de fe, que se instituye a la hora de hacer procesos de memoria y reconciliación entre el sacerdote (quien imparte la bendición) y los actores protagonistas de las acciones de perdón, significa una alabanza u oración a Dios para pedir protección, benevolencia, capacidad de perdón y misericordia para lograr la reconciliación y las paces, como lo sigue comentando Carolina: “la fe es muy importante en estos ejercicios porque permite aferrarnos a eso que nosotros creemos, nos permite poder ser fuertes, de no sentirnos solas; esa fe es parte de esa fortaleza que tienen las víctimas, o las personas que han sufrido situaciones de dolor muy profundas, y que se aferran a esa fe, a ese amor a Dios, a ese agradecimiento a Dios; realmente es esa voluntad divina que todos los seres humanos necesitamos”.

Fuentes.

 Aumont, J (1992), El rostro en el cine, Barcelona: Paidós.

 Díaz, M (2013), Derecho internacional humanitario y derechos humanos, Reflexiones sobre el conflicto colombiano, Pamplona: Civitas-Thomson Reuters.

 Fernández, C (2018), Naturaleza y consideraciones sobre el Acuerdo de Paz entre las FARC y el gobierno colombiano, Tirant lo Blanch, 1, 897-913.

 Levinas, E (1961), Totalidad e Infinito, Salamanca: Sígueme.

 Martínez, F (2013), Las prácticas artísticas en la construcción de memoria sobre la violencia y el conflicto, Eleuthera, 9(2), 39-58.

 Murillo, G (2019), Colombia: un proceso de paz irreversible, pero de alcance incierto”, Análisis del Real Instituto Elcano, (2), 1-7.

 Rojas, C (2018), Estatus jurídico internacional del Acuerdo de Paz colombiano, Estudios de Derecho, 75 (165), 131-149.

Resultado
Las historias plasmadas y contadas, a través de las Máscaras de la Verdad, se constituyen en una herramienta para la identificación del dolor, sanación emocional y reparación espiritual, ya que generan empatía con la población y contribuye a que la gente comprenda lo que sucedió, siendo un elemento para construir la memoria histórica; es así como se instaura como una estrategia de sensibilización y toma de conciencia para que víctimas y victimarios narren la verdad de los hechos en sus territorios a través de expresiones artísticas, culturales y religiosas.