44. Red de Mujeres Tejedoras de la Memoria

OBSERVATORIO - CASOS - DIOCÉSIS DE SINCELEJO

Lugar: Sincelejo, Sucre.
Modalidad: Memoria histórica.
Tipo: Antropológica, Ecológica, Estructural y Teológica.
Autores: Diócesis de Sincelejo, Rumalda Paternina presidenta de la Red de Mujeres Tejedoras de la Memoria.
Participantes:
Otros:
Objetivo: La Red de Mujeres Tejedoras de la Memoria busca la justicia, verdad, reparación, no repetición para la construcción de una paz duradera en los territorios, pero sobre todo los cuerpos de sus familiares desaparecidos.
Timeline:
Duración Diecinueve años hasta la actualidad.
Descripción de la experiencia

La violencia en la región de los Montes de María, territorio comprendido en la región montañosa entre el río Magdalena y el mar Caribe en los departamentos de Sucre y Bolívar, se ha desarrollado teniendo como eje transversal a lo largo de su historia el conflicto por la tierra y el territorio; cuya diferencia existente entre estas dos formas de conflicto consiste en que en la primera se hace referencia a los conflictos que tienen que ver con la concentración de la tierra y la producción a gran escala, mientras que la segunda está relacionada con las confrontaciones por el control político y económico de zonas estratégicas (Porras, 2014, p 354).

Dilucidar el origen y contexto de la desaparición forzada en la región parte de la identificación de los actores armados que han ocupado un rol en el desarrollo del conflicto armado; así, se ha relacionado alrededor de cinco grupos armados, cuya presencia en la región pudo haber influido en la configuración de los fenómenos violentos: el Bloque Héroes de Montes de María de las AUC, el Frente 35 y 37 de las FARC -EP, el EPL, el ELN y el PRT, con la agravante de que también ha contado con bandas criminales que se disputan entre sí el control territorial (Rovira, 2009); es así que la década de los noventa y los primeros años del 2000 fueron tiempos difíciles, donde la disputa territorial de los Montes de María tuvo mayor impacto en las comunidades rurales; durante esta década, se desarrollaron enfrentamientos entre grupos armados ilegales por el dominio del territorio: masacres, secuestros y asesinatos selectivos, en dicha temporalidad, además, se dio un recrudecimiento de la violencia producto de la consolidación en 1997 de la mayor incursión paramilitar que dicho territorio haya sufrido jamás (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2010).

Producto de las desapariciones y asesinatos que dejó el conflicto armado presente en la región -según cifras de la Fiscalía a 6 de enero de 2010 se encontraron en todo el país 2388 fosas que contenían 2901 cuerpos, de estos, 63 en Sucre y 98 en Bolívar-; en esta coyuntura, surgió en el 2004, en el departamento de Sucre, la Red de Mujeres Tejedoras de la Memoria, un grupo integrado por 300 mujeres víctimas del conflicto que buscaban a lo largo y ancho de la geografía nacional noticias de sus hijos, hermanos, primos y esposos desaparecidos que, ante este dolor, decidieron unirse y luchar por la verdad, justicia y reparación.

Con el paso del tiempo, algunas han logrado recuperar los restos de sus familiares basándose en versiones de integrantes de grupos armados al margen de la ley acogidos a la Ley de Justicia y Paz; otras, por el contrario, siguen en la búsqueda y con la esperanza intacta de encontrarlos, por lo que los 5 de cada mes se reúnen en el Parque Santander de Sincelejo, con las fotografías de sus seres queridos, a la espera de respuestas e intervención del Estado; este grupo de mujeres ha ganado un papel protagónico en la sociedad sucreña al obtener espacios en los diferentes escenarios de las víctimas.

La misión de esta Red, que ha tocado puertas a nivel nacional e internacional, es sensibilizar a otras víctimas que han pasado por ese dolor y que se unan en busca de una reparación, que se limpie el nombre de sus familiares y que se reconozca la existencia del conflicto armado en Colombia, de acuerdo con Rumalda Paternina, su presidenta (protagonista de esta historia): “No hemos tenido un reconocimiento digno como víctimas; nos ponen tantas trabas, con muchos papeles y eso es re victimizar más a las personas; queremos justicia, reparación, verdad y no más repetición”, recordando que hasta ahora, por ejemplo, se ha recuperado solo los cuerpos de 7 personas.

De esta manera, la Red de Mujeres Tejedoras de la Memoria, constituye el tejido como la práctica para explorar y compartir las memorias, con un sentido reflexivo y comunicativo donde se materializan las narrativas de las mujeres que a ella pertenecen, visibilizando injusticias e historias de violencia: “estos conocimientos y reflexiones se expresan a través de narrativas textiles que constituyen materialidades con una fuerte carga social y cultural, producto de la utilización de telas, agujas e hilos” (Arias López, 2017, pp, 53-54).

El tejido como una narrativa recupera, construye la memoria y deja legado de la experiencia vivida, es una construcción colectiva que parte de un proceso individual, así los tejidos creados desde la Red de Mujeres Tejedoras de la Memoria, se constituyen como un insumo de información y verdad, que contribuyen a la historia del conflicto del municipio de Sincelejo, en el departamento y en el país; estos tejidos creados en este espacio tienen un valor y particularidad propios en tanto transitan entre un arte pasivo y contemplativo, a ser una resistencia no violenta o una protesta frente a un suceso, exponiendo públicamente escenas puestas sobre una tela que narran hechos determinantes en la dinámica del territorio.

Se puede interpretar que el tejido y los artefactos resultantes de esta técnica tienen diferentes funcionalidades: la primera es como un ejercicio terapéutico para darle voz a los recuerdos, liberar las experiencias y externalizar las emociones, los dolores y las tristezas, a través de esto se pretende la transición entre un estado de duelo y de luto, a un estado de la comprensión del nuevo proyecto de vida, a través de la confianza y la autoestima; en segundo lugar, el tejer como un acto político trabaja con el trauma, construye la memoria, sirve para la transmisión de conocimiento y queda como testimonio y reclamación ante la violación de derechos humanos, puesto que en el tejido se reconocen como sujetos de derechos como una manera de interlocutar de manera no violenta, interviniendo en la búsqueda de la paz (López Castaño, 1994); en tercer lugar, el tejido como una forma de participación social, en la que las mujeres se movilizan en torno a un mismo fin y que permite ejercicios de sororidad, en donde la formación de un colectivo les da respaldo para tomar posturas políticas y participar de las luchas que les conciernen; finalmente, el tejido también funciona como una manera de crear economías colaborativas y obtener recursos económicos que les permitan subsistir y satisfacer las necesidades básicas que cada una de las participantes tiene.

De esta forma, podría decirse que el resultado final del artefacto tejido es importante, ya que funciona como evidencia o denuncia de algún hecho, pero es el proceso el realmente importante; el tiempo que se dedica a coser, tejer o bordar es tiempo de conversación, de diálogo, de reflexión, de maduración del proceso propio de cada víctima, a través del acto de tejer se llega a un estado de conciencia, silencio, escucha y tranquilidad mediante la concentración; así, se busca que los materiales sean de uso común para que a través del préstamo y el compartir de estos implementos se facilite la conversación; las telas, las agujas y el hilo son los vehículos activos de la comunicación y la transmisión de la memoria, siendo el tejido una herramienta que permite el recuerdo y la reflexión previa a la intervención del textil, el único riesgo que tiene es que en cada puntada se cuente una verdad.

Fuentes: • Arias López, B, (2017) Entre-tejidos y Redes, Recursos estratégicos de cuidado de la vida y promoción de la salud mental en contextos de sufrimiento social, Prospectiva: Revista de Trabajo Social e intervención social (23), 51-72.

• CNMH [Centro Nacional de Memoria Histórica] (2010) La tierra en disputa, Bogotá: Taurus, Corte Constitucional.

• López Castaño, M (1994) El tejido como escritura y el orden femenino, Historia crítica, 9, 96-101.

• Porras, E, (2014) Conflictos, violencias y resistencias en los Montes de María, En F, González (Ed) Territorio y conflicto en la Costa Caribe, Bogotá: Odecofi-CINEP.

• Rovira, C, (2009) Una mirada a las raíces negras afrocolombianas, Bogotá: Agencia Presidencial para la Acción Social y la Cooperación Internacional.

 

Resultado
El tejido como materialidad es escritura, en la que se cuenta lo que al habla no le es permitido decir, el tejido es vía de expresión, con él se comunican y graban ideas sobre la tela, tal como estas se escribirían sobre el papel, el tejido puede contar historias, hacer referencia a hechos importantes, producir relatos, develar la posición personal o grupal frente a un suceso o a una decisión, hacer denuncias, etc; es un modo de expresión y comunicación personal y grupal, una herramienta mediadora y un acto reivindicativo entre mi memoria y los otros que contemplarán la obra resultante; la técnica textil tiene la posibilidad, también, de ser herramienta de reclamación o denuncia desde un uso transgresor y subversivo, ya que la importancia de esto, expresada en palabras de Rumalda Paternina es que: “usted nos da esa otra posibilidad de abrir otros caminos, de no quedarnos en el recuerdo; en cambio, nosotras estábamos estancadas y nos ha enseñado que los conocimientos que cada una tiene valen la pena, pero no para quedarse en un recuerdo, en una memoria, sino para seguir adelante en nuestra búsqueda”.