20. Equipos y Comunidades de Acción por la Paz (ECAP)

OBSERVATORIO - CASOS - DIOCÉSIS DE BARRANCABERMEJA

Lugar: Barrancabermeja, Santander.
Modalidad: Reconciliación y Memoria histórica.
Tipo: Antropológica y Estructural
Autores: Iglesia católica (Diócesis de Barrancabermeja)
Participantes: ECAP y comunidades de Barrancabermeja
Otros: Iglesia Menonita, Inglesia de los Hermanos, Organismos internacionales, Pastoral Obrera, Hermanas Juaniastas
Objetivo: Equipos Cristianos de Acción por la Paz accionan en Barrancabermeja como una forma alternativa y organizada para contrarrestar la violencia y la opresión generada por los actores del conflicto armado en el Magdalena Medio.
Timeline: Desde el año 2001 hasta la actualidad
Duración 22 años y siguen en su accionar
Descripción de la experiencia

La historia del movimiento de defensa de los derechos humanos se remonta a la década de los ochenta con la lucha colectiva de las víctimas del conflicto armado y la exigencia de sus derechos frente al Estado (Romero, 2001); con la Constitución de 1991, que planteó un Estado Social de derecho, en su forma y fondo jurídico, la inclusión de los derechos humanos permitió el aumento significativo del número de organizaciones con personalidad jurídica y legalmente constituidas enfocadas en la defensa de los derechos humanos; durante la década de los noventa y principios de los 2000, llegaron al país y se formalizaron el mayor número de Organizaciones no Gubernamentales ONG dedicadas a la defensa de DDHH (Programa Somos Defensores (2008), citado en López (2013)).

En el marco del conflicto armado colombiano, las ONG han cumplido un rol de mediación profesionalizada al tener la capacidad de movilización de recursos, activación de redes de solidaridad y cooperación dentro y fuera del país: “han consolidado repertorios modulares de acción como el activismo jurídico, la producción de información y de conocimiento, la intervención en zonas de conflicto y la construcción de paz, siempre orientadas a la defensa de los principios constitucionalmente reconocidos” (López, 2013, p,9 ); para el Magdalena Medio, una de las regiones más azotadas por la violencia de diferentes actores armados legales e ilegales contra la población civil, las ONG han sido actores/gestores de respuestas no violentas al conflicto, fuente de acompañamiento a las víctimas y de articulación con la institucionalidad.

Desde comienzos del siglo XX el Magdalena Medio fue uno de los lugares del enfrentamiento partidista más acérrimos que dejó miles de muertos; para mediados del siglo la región presenció el auge y consolidación de guerrillas como las Farc-EP, el ELN y el EPL, “como consecuencia de las olas de poblamiento y, a partir de la década de los sesenta, conviven en el territorio del Magdalena Medio campesinos, terratenientes, empresarios industriales, gobiernos locales, guerrillas y militares del Ejército nacional; esta complejidad del tejido social ha sido origen de diverso tipo de enfrentamientos sociales y formas de violencia en la región” (Prado, 2015); a partir de los ochenta, la estrategia de lucha contrainsurgente empezó a ser liderada por los grupos paramilitares (Plata y Figueroa, 2017); para los noventa y 2000, la lucha de las guerrillas y paramilitares en la región incluyeron ejecuciones extrajudiciales, desplazamientos individuales y colectivos, masacres, desapariciones forzadas, entre otras acciones (Centro de Transparencia, 2022); este contexto de violencia generalizada permitió la llegada de actores, del orden nacional e internacional, quienes intervinieron en el conflicto armado y promulgaron acciones de acompañamiento y resistencia no violenta con las víctimas, tal es el caso de los Equipos Cristianos de Acción por la Paz (ECAP), una organización cristiana, ahora ecuménica, que llegó a Colombia en el 2001 como lo narra el protagonista de este caso, Pierre Schantz, quien llegó hace 21 años a Barrancabermeja como parte del Equipo del ECAP para la región del Magdalena Medio.

ECAP fue creada en los años ochenta como una acción directa de personas de fe pertenecientes a Iglesias históricas de la paz en los Estados Unidos (Iglesia Menonita e Iglesia de los Hermanos, principalmente), que surgieron como una forma alternativa y organizada para contrarrestar la violencia y la opresión en contextos de conflicto armado (Knoblauch, 2020); se fundó para poner en práctica el proyecto de la no violencia como una forma de arreglar los conflictos, afirma Pierre, la no violencia para la organización no podía ser una cosa académica, teórica, que se estudia, sino una cosa activa, lo que implicaba también la toma de riesgos por la paz y poner en acción la no violencia; ECAP inició sus acciones capacitando miembros de las Iglesias cristianas para ir a diversos lugares en los que el conflicto era acentuado, entre ellos, Haití, Irak, Chiapas (México) y Palestina;: a Colombia llegaron en el 2001, por invitación de diferentes organizaciones, para hacer una labor de acompañamiento a las comunidades víctimas del conflicto en la región del Magdalena Medio, asentando su labor en la ciudad de Barrancabermeja.

El accionar y acompañamiento del ECAP, manifiesta Pierre, se ha dado desde tres formas: 1) en lo político y jurídico, con la representación ante las autoridades locales, regionales, nacionales e internacionales exigiendo que cumplieran con el deber de brindar seguridad a sus ciudadanías: “dando cumplimiento a los derechos que tenemos los seres humanos de vivir en paz y con seguridad”; 2) a través del acompañamiento físico ECAP hacia presencia en los territorios, su acción incluía el ser visibles para los actores violentos, políticos, armados y económicos, dar cuenta que las organizaciones y personas que amenazaban y violentaban no estaban solas, por el contrario, contaban con organizaciones como ECAP que velaban por la protección de sus derechos y contaban con el aparato material y jurídico para dar a conocer las situaciones que se vivían en los territorios; 3) como organización también llamaban al acompañamiento psicosocial y pastoral, pues, las condiciones de violencia implicaban apoyo y acompañamiento psicológico y emocional en los procesos: de duelo, sanación y perdón de las víctimas; escenario para el que fue clave la Diócesis de Barrancabermeja y la Pastoral Social, afirma Pierre.

En las bases de su accionar ECAP ha construido alianzas y relaciones de largo plazo con las personas y comunidades que luchan por la justicia para transformar la violencia y la opresión, desafiando y buscando desmantelar los sistemas de poder y opresión que se aprovechan de los más vulnerables (CPT,ORG, 2022a); una de las alianzas establecidas y mantenidas por ECAP ha sido con la Diócesis de Barrancabermeja y los actores pastorales asociados a ella, la cual, narra Pierre, fue de las primeras entidades y organizaciones socias desde su llegada al barrio Versalles, y la Parroquia del Señor de los Milagros: “para esa época, diariamente amanecía Barranca con muertos en la calle, personas asesinadas por los grupos paramilitares, y como una acción para desafiar la muerte y la violencia, salimos a la calle a los lugares donde habían asesinado a alguna persona, y dejado ahí tirado su cuerpo, indignamente buscando atemorizar a la comunidad” (Pierre Schantz).

ECAP acompañaba a las organizaciones sociales, la Pastoral Social, las Hermanas San Juan Evangelista y a las víctimas en las formas de movilización y acción no violenta; así, participaban en las plegarias por la paz, marchas por la vida, oraciones públicas, y cualquier otro acto de resistencia y rechazo no violento al conflicto; de otro lado, la asociación con la Diócesis también permitió la entrada de la organización a las zonas de conflicto, su compañía y respaldo a la Iglesia católica y a las víctimas; aunque en sus bases ECAP nace como una iniciativa de la comunidad cristiana, a lo largo de su historia, ha movilizado comunidades espirituales e individues en una alternativa organizada y no violenta a la guerra; así, su acción se ha extendido a una amplia red interreligiosa que apoya el trabajo por la paz, espiritualmente centrado, de acción directa no violenta y protección de derechos humanos con incidencia en las acciones públicas (CPT, ORG, 2022b).

En su visión de construir alianzas para transformar la violencia y la opresión ECAP plantea como sus principios orientadores: deshacer opresiones, partiendo del entendido de la violencia como síntoma de los sistemas de opresión subyacentes; la descolonización, a partir de la necesidad de desmantelar los sistemas de opresión y avanzar a sistemas de cuidad, balance y ayuda mutua; las alianzas, partiendo de que trabajan en aquellos lugares en que son invitados y donde pueden establecer relaciones de largo plazo, no exclusivas de la emergencia de la violencia; la violencia no creativa, como herramientas para la transformación sostenible y arraigada a la espiritualidad y el amor liberador; y la inspiración en lo sagrado, entendiendo las prácticas no violentas desde múltiples maneras espirituales y filosóficas de entender el mundo y sus diversas creencias, celebrando y reconociendo la diversas cultural, identitaria, religiosa y espiritual (CPT, ORG, 2022a).

En sintonía con los principios orientadores, en enero del 2022 ECAP pasó de llamarse Equipos Cristianos de Acción por la Paz, a Equipos y Comunidades de Acción por la Paz, un cambio de nombre que representa la apuesta de incluir a otros y otras personas de comunidades que trabajan por la construcción de paz y la respuesta no violenta a los conflictos, no porque no estuvieran incluidos ya en el accionar propio de la organización, sino desde el espacio simbólico, en la representación y significado de incluir a las comunidades en su generalidad; la participación en ECAP, como aparece en su portal web, es animada por las expresiones de espiritualidad y credo, o aquello que motive a los participantes a hacer el trabajo de construcción de paz basado en los valores de la igualdad, dignidad humana, justicia y paz; la asistencia humanitaria de organizaciones no gubernamentales como ECAP se basa en el Derecho Internacional Humanitario, como menciona Pérez (2010), el primer objetivo de la asistencia, así entendida, es llegar allá donde quiera que sea necesaria para garantizar que todas las personas sean atendidas como precisan, para el caso, la atención es una prioridad independiente y sin estar condicionada a razones de pertenencia étnica, política o religiosa.

A grandes rasgos, el equipo del ECAP, en Colombia, ha acompañado procesos comunitarios y organizaciones sociales de Barrancabermeja que encarnan la resistencia no violenta como una herramienta para la defensa frente al contexto de violencia que domina la región del Magdalena Medio; en la ciudad de Barrancabermeja el ECAP “ha establecido relaciones con organizaciones locales de derechos humanos cuyos esfuerzos buscan resaltar los efectos de un conflicto que ha permeado las estructuras sociales urbanas a través del crimen organizado, el micro tráfico y el desplazamiento de las comunidades en las áreas rurales” (Knoblauch, 2020, p, 89); desde la mirada ecuménica y el amplio entendido de la espiritualidad con múltiples manifestaciones de acciones no violentas para resistir al conflicto armado, expresa Pierre que la reconciliación es un camino arduo y complicado por recorrer; así, para que haya reconciliación debe haber justicia, un campo que aún se mantiene poco móvil para el contexto colombiano, y particularmente para la región, donde el conflicto armado no ha cesado pese al Acuerdo de Paz y las intenciones de paces con los actores del conflicto; el protagonista de este caso permite una aproximación, a partir de la historia de acción y gestión del ECAP en el Magdalena Medio, a las formas en que las organizaciones se apropian de los derechos humanos para realizar reclamos y generar procesos de control del poder en contextos de fuerte déficits de representación, abusos del poder político y violencias rutinizadas.

Fuentes.

➢ Centro de Transparencia (2022), Historia, actores e intereses en el Magdalena Medio, Disponible en: https://wwwcentrodetransparenciappiiorg/publicaciones/historia-actores-e-intereses-en-el-magdalena-medio.

➢ López, J (2013), Accountability social, organizaciones no gubernamentales de derechos humanos y conflicto político en Colombia, 2002-2010, Revista mexicana de sociología, 75(2), 255-286, Recuperado en 12 de abril de 2023, de http://wwwscieloorgmx/scielophp?script=sci_arttext&pid=S0188-25032013000200004&lng=es&tlng=es.

➢ Knoblauch, M (2020), ECAP: Experiencias de construcción de paz desde la noviolencia y la espiritualidad, In Reconciliación, noviolencia y desarrollo sostenible (pp, 87-112), Corporación Universitaria Reformada.

➢ Pérez, F (2010), La otra cara de la resolución de conflictos: las ONG, Cuadernos de estrategia, (147), 141-173.

➢ Plata, W, & Figueroa, H (2017), Iglesia, resistencia pacífica y no violencia, La Diócesis de Barrancabermeja, Colombia (1988-2005), En Anuario de Historia Regional y de las Fronteras, 22(1), 137-168.

➢ Prado, T (2015), La región del Magdalena Medio: Escenario de la alianza narcoparamilitar en la década de 1980, Universidad Javeriana, Disponible en: https://repositoryjaverianaeduco/bitstream/handle/10554/18633/PradaCollazosTatiana2015pdf?sequence=3.

➢ Romero, J (2001), “El movimiento de derechos humanos en Colombia”, En Movimientos sociales, Estado y democracia en Colombia, editado por Mauricio Archila y Mauricio, Bogotá: Universidad Nacional.

Resultado
La participación de Organizaciones No Gubernamentales como el ECAP, y su articulación con la Diócesis de Barrancabermeja, han permitido el acompañamiento en materia derechos humanos a las comunidades afectadas por el conflicto armado en el Magdalena Medio desde tres escenarios: el acompañamiento psicosocial y jurídico, el acompañamiento físico, entendido desde la permanencia del ECAP y su visibilidad en territorio, y el acompañamiento psicosocial y emocional; el ECAP, con todo, en su entendido de comunidad amplia, con acciones de respuesta a las formas de violencia y opresión, incluye a los diferentes actores sociales sin discriminación por su postura religiosa.