04. Historia de vida de Carmenza Álvarez: acción comunitaria por la memoria

OBSERVATORIO - CASOS - DIÓSESIS DE APARTADÓ

Lugar: Urabá.
Modalidad: Memoria histórica.
Tipo: Estructural
Autores: Diócesis de Apartadó
Participantes: Carmenza Álvarez y Diócesis de Apartadó
Otros: ONG de derechos humanos, grupos artísticos, universidades, entidades gubernamentales, Comisión de Conciliación Nacional
Objetivo: Movilizar diferentes expresiones de la sociedad civil, excombatientes e Iglesia católica alrededor de procesos de reconciliación y paces en la zona del Urabá
Timeline: Después de la desmovilización de las AUC en 2004
Duración 19 años
Descripción de la experiencia

La literatura reconoce que, aunque las políticas sobre reconciliación posiblemente acompañen los procesos de construcción de paz desde mucho tiempo antes, el término se introdujo explícitamente en la literatura sobre conflicto y posconflicto; así, desde la literatura, se puede interpretar la reconciliación como “el proceso mediante el cual una sociedad realiza una transición entre un pasado dividido y un futuro compartido” (Bloomfield, 2003, p, 12); para Lederach (2001), “la reconciliación tiene que ver, ante todo y en último término, con las personas, sus comunidades y sus relaciones” (p, 842); según Chapman (2002), la reconciliación “establece el marco para nuevos tipos de relaciones” (p, 1), particularmente, para “las relaciones sociales y políticas” (p, 3).

Brandon Hamber y Grainne Kelly (2004) “consideran que la reconciliación parte de la premisa de que para construir la paz hay que prestarle atención a las relaciones; la reconciliación es el proceso mediante el cual se abordan las relaciones conflictivas y fracturadas” (p, 3); y para McCandless (2001), se trata más de “un proceso de construcción de relaciones”, cuya meta o proyección es “una relación de mayor cooperación”, que dé “las estructuras y los procedimientos necesarios para consolidar la paz” (p, 213); incluso para los expertos orientados hacia la psicología, como Bar-Tal y Bennink (2004), “la esencia de la reconciliación es la construcción de relaciones pacíficas duraderas” (p, 37); Louis Kriesberg (2001) define el término como “los procesos mediante los cuales las partes que han tenido una relación de opresión o un conflicto destructivo entre sí se movilizan para lograr o restablecer una relación que consideren mínimamente aceptable” (p, 48).

En Colombia, este concepto empieza a posicionarse, luego del proceso de desmovilización de los miembros de grupos paramilitares a partir del año 2003, la relación entre reconciliación y el proceso de desarme, desmovilización y reintegración adquiere bastante fuerza; en donde, proyectos como la Ley de Justicia y Paz o Ley 975 de 2005, dictaron disposiciones para la reincorporación de miembros de grupos armados organizados al margen de la ley, con el fin de facilitar los procesos de paz y la reincorporación individual o colectiva a la vida civil de miembros de grupos armados al margen de la ley, garantizando los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia y la reparación; lo primero que es importante saber es que la reflexión sobre el proceso de reconciliación en este contexto se aborda desde una perspectiva distinta, ya que no parte de la posición de las víctimas, sino de los excombatientes, en particular en torno a preguntas como las siguientes: ¿cómo lograr la reintegración civil efectiva de los excombatientes? ¿Cómo asegurarse que el proceso de DDR no se convierta en un proceso de “borrón y cuenta nueva” o únicamente de “recolección de armas” sino que efectivamente aporte a la justicia, la reparación y sea un instrumento para la reconciliación? Al respecto, vale la pena tener en cuenta que para Laplante y Theidon (2007), “la reconciliación es un proceso que se vive y construye a nivel netamente local, dentro de las familias, vecinos y comunidades”.

Pueden ser múltiples las definiciones e interpretaciones teóricas que se le den al concepto de reconciliación, sin embargo, una de las representaciones, desde la praxis, se evidencian en la historia de vida de María Carmenza Álvarez (protagonista de este caso), una lideresa social del municipio de Turbo, la cual es un ejemplo de participación de las comunidades en la construcción de seguridad, justicia y reparación; llegó a Turbo en el año de 1997 con sus dos hijos, producto de desplazamiento de la violencia del municipio de Medio Atrato; desde entonces, lleva más de 30 años en la zona del Urabá realizando acción comunitaria; ella, como una de las víctimas mujeres, desplazada por la violencia, deja entrever en sus memorias cuatro aspectos esenciales de la reconciliación y la paz: en primer lugar, las acciones de reconciliación las han hecho en medio del conflicto armado; sin pausa, han tenido que soportar el estigma y las represalias de los grupos armados ilegales; la reconciliación, como segundo aspecto, es un proceso que han hecho siempre aun antes de la aparición, dice Carmenza, del término mismo que es usado ahora hasta la saciedad por ONG, universidades o entidades gubernamentales, entre otras; en tercer lugar, la historia de vida de Carmenza, con su activismo social, muestra que tanto con excombatientes de grupos paramilitares como de la guerrilla de las Farc-EP son posibles espacios de encuentro y reconciliación porque leyendo sus trayectorias vitales son los mismos jóvenes con carencias educativas y falta de oportunidades; finalmente, la Iglesia Católica es protagonista de un sinnúmero de acciones de reconciliación y paces que van desde la celebración de una eucaristía, una bendición, la participación de actividades de memoria hacia las víctimas, hasta el apoyo técnico, psicosocial y financiero de proyectos artísticos y productivos.

Las acciones comunitarias desarrolladas por María Carmenza, junto con entidades de la sociedad civil y la Iglesia, se dirigen a una toma de conciencia que ayude a las personas y a las comunidades a empoderarse, transformándose en sujetos que eligen, de una manera realista, respetuosa y viable, proyectar a partir de su pasado y de la vivencia de su presente, su futuro; en donde se ha observado que las personas y la comunidad se transforman en sujetos activos cuando toman conciencia de ser en un contexto espaciotemporal determinado y, a través de esta misma toma de conciencia, se ven a sí mismos como sujetos de cambio y de aprendizaje (Úcar, 2009, p, 15); las acciones comunitarias desarrolladas en Urabá, pretenden conseguir que las personas y las comunidades elijan y construyan sus propios destinos; como hemos señalado en el punto anterior, la toma de conciencia y el empoderamiento de la comunidad mediante las acciones de María Carmenza, se han constituido en los ejes a partir de los que las personas y las comunidades se transforman en sujetos (Úcar, 2009); y, en este sentido, se pueden caracterizar como procesos autoorganizativos, autoproductores y autogeneradores; esto significa que se sustentan o vehiculan a través de tres dimensiones continuas tan entretejidas que resultan difícilmente discernibles: al conocimiento, al cambio y al aprendizaje; conocimiento, cambio y aprendizaje son sustantivos; esto significa que los podemos entender como resultados y como actos.

La historia de vida de María Carmenza, permite reflexionar que en cada instante de la vida es posible definir, concretar y mostrar los cambios, los conocimientos y los aprendizajes que cada persona, grupo o comunidad ha realizado; los cuales han permitido ser, estar y actuar desde la reconciliación antes, durante y después del conflicto; tal y como lo comenta Carmenza “En Urabá hemos tenido la capacidad y resiliencia de construir escenarios de paz y reconciliación en medio del conflicto”; esto permite reflexionar que la persona en contexto de reconciliación es siempre ella misma, pero, al mismo tiempo, es siempre diferente; la igualdad y la diferencia se dan de forma simultánea en el sujeto que va construyendo un relato más o menos coherente de su yo (Giddens, 1997); el relato que le permite percibirse como un ser continuo, pero también como un ser acabado en cada momento; en este sentido, las identidades, sean individuales o colectivas, no son sino una manifestación de dicha percepción; de hecho, la manifestación más perceptible; aquella por la que los demás nos identifican y a la que dirigen sus interlocuciones; las identidades en contextos de reconciliación son, pues, a un tiempo, proceso y resultado; siempre vivas y siempre en un continuo proceso de reconfiguración.

Fuentes.

 Bar-Tal, D & Bennink, G (2004), The Nature of Rec-onciliation as an Outcome and a Process: En Y Bar-Simon-Tov (Ed), From Conflict Resolution to Recon-ciliation (pp, 11-38), Oxford: OUP.

 Bloomfield, D (2003), Reconciliation: An introduction: En D Bloomfield, T Barnes & L Huyse (Eds), Reconciliation After Violent Conflict: A Handbook (pp, 10-18), Stockholm: IDEA.

 Chapman, A (2002), Approaches to Studying Reconciliation, Trabajo presentado en la Conference on Empirical Approaches to Studying Truth Commissions, Stellenbosch, South Africa.

 Giddens, A (1997), Modernidad e identidad del yo, Barcelona: Península.

 Hamber, B & Kelly, G (2004), A Working Definition of Re-conciliation, Belfast: Democratic Dialogue.

 Kriesberg, L (2001), Changing Forms of Coexistence: En M Abu-Nimer (Ed), Reconciliation, Justice and Co-existence: Theory and Practice (pp, 47-64), Lanham, MD: Lexington Books.

 Laplante, L & Theidon, K (2007), Transitional Justice in Times of Conflict: Colombia’s Ley De Justicia yPaz, Michigan Journal of International Law, 28(49).

 Lederach, J (2001), Civil Society and Reconciliation: En C, A, Crocker, F, O, Hampson & P Aall (Eds), Tur-bulent Peace: The Challenges of Managing Internatio-nal Conflict (pp, 841-854), Washington DC: USIP.

 McCandless, E (2001), The Case of Land in Zimbabwe: Causes of Conflict, Foundation for Sustained Peace: En M Abu-Nimer (Ed), Reconciliation, Justice and Coexistence: Theory and Practice,Lanham, MD: Le-xington Books.

 Úcar, X (2009), La Comunidad como Elección: Teoría y Práctica de la Acción Comunitaria, Barcelona: Universidad Autónoma de Barcelona.

Resultado
La historia de vida de María Carmenza Álvarez manifiesta que la acción comunitaria para la reconciliación en Urabá, es muy orientada hacia la práctica, donde es un proceso de cambio largo, profundo y amplio; ha sido de largo plazo, no hay soluciones rápidas para la reconciliación, toma tiempo; se trata también de un proceso profundo que ha exigido cambios en las aspiraciones, emociones y sentimientos, inclusive en las creencias; es también un proceso muy amplio, aplicable a todos; no se trata de un proceso que involucre solamente a los que sufrieron de manera directa y a quienes causaron el sufrimiento, así estos sean los actores centrales; hay también un elemento que abarca a toda la comunidad y exige el cuestionamiento de las actitudes, los prejuicios y los estereotipos negativos que se han desarrollado respecto del “enemigo”.