03. Pueblo Bello: la memoria como arte

OBSERVATORIO - CASOS - DIÓSESIS DE APARTADÓ

Lugar: Pueblo Bello, Turbo.
Modalidad: Memoria histórica.
Tipo: Estructural
Autores: Asociación Talento y Futuro, Asociación de productores de plátano y cacao
Participantes: Ramón García y sus diferentes espacios artísticos y productivos de Pueblo Bello
Otros: ONG de derechos humanos, grupos artísticos, universidades, entidades gubernamentales, Comisión de Conciliación Nacional, Diócesis de Apartadó
Objetivo: Construir un proyecto de vida para niños, jóvenes y habitantes en general del municipio de Pueblo Bello en el Urabá antioqueño desde el arte, la memoria histórica y proyectos productivos
Timeline: Después de la desmovilización de las AUC
Duración 19 años
Descripción de la experiencia

El corregimiento de Pueblo Bello se encuentra ubicado en medio de los municipios de Turbo y San Pedro de Urabá en el departamento de Antioquia y limita con los corregimientos de San José de Mulatos, San Vicente del Congo, Nuevo Antioquia y Alto de Mulatos, dentro del área de las montañas; a su vez, este corregimiento es atravesado por el río Mulatos y cuenta con una única vía de acceso terrestre desde el municipio de Turbo; tiene ocho veredas: Sinaí, Monomacho, La Ilusión, El Caucho, Lucio, Galilea, La Esperanza y La Unión, nombres que expresan el anhelo de sus habitantes de vivir en paz; es importante reconocer que este corregimiento, por su ubicación geográfica, se convirtió en un punto estratégico para los grupos al margen de la ley, lo que trajo como consecuencia que, para los años 90, se evidenciara la presencia de actores armados como el EPL, las Farc-EP y las Autodefensas; los cuales desencadenaron un sin número de acciones violentas en contra de la población civil, como es el caso del desplazamiento forzado, violaciones, desapariciones, torturas y masacres como la ocurrida el 14 de enero de 1990, en la cual un grupo denominado “Los Tangueros”, al mando de los hermanos Castaño Gil (Sin Olvido, 2014), quienes llegaron a irrumpir la tranquilidad y dividir la historia del pueblo en dos: a medianoche, 43 campesinos fueron amordazados, torturados, masacrados y luego enterrados en fosas comunes, de las cuales hoy día se desconoce la ubicación de algunas, todo esto en venganza por el hurto de 43 cabezas de ganado, propiedad de la familia Castaño (Sin Olvido, 2014).

Para las familias de Pueblo Bello ese fue el comienzo de la noche más larga y oscura de su vida, dejando muchas familias fragmentadas y llevando consigo una carga y el dolor de la pérdida de sus seres queridos, pero así mismo la valentía para tener un nuevo comienzo; la acumulación de violencias en el corregimiento de Pueblo Bello lo convirtió en un pueblo fantasma, puesto que muchos de sus habitantes huyeron de este; años más tarde, gracias a la obligación del Estado de restituir material y simbólicamente a sus habitantes (debido a que el Estado colombiano fue condenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en 2006 a la restitución integral de la comunidad de este corregimiento por la masacre de los 43 campesinos) este comenzó de nuevo a repoblarse, no solo con sus antiguos habitantes, sino con otras personas desplazadas de la zona, quienes encontraron en el corregimiento abrigo y un nuevo hogar; desde 2012, el Estado colombiano, a través de la Unidad para las Víctimas, constituida jurídicamente por la Ley 1448 de 2011, ha comenzado una presencia más integral con el deseo de posibilitar las condiciones adecuadas para la conformación de la restitución del tejido social perdido (García-Marín, 2021, p, 54).

En esta medida, con la Ley 1448 de 2011, fue el comienzo de una memoria histórica integral que conllevó el restablecimiento de la verdad, la justicia y la no repetición en la sociedad colombiana (García-Marín, 2021); el aislamiento y el silenciamiento de comunidades y víctimas del conflicto colombiano a lo largo del siglo XX, han provocado en el país una especie de patología individual y colectiva que ya otras sociedades y países han vivido en tiempos de guerra (Serrano, 2001; Mouffe, 1999; Sofsky, 2006), en donde la negación a nombrar lo innombrable (la guerra) ha provocado efectos psicosociales y la nación demora décadas para restablecer de nuevo la confianza colectiva (Sofsky, 2006; Serrano, 2001).

Es por ello, que figuras como Ramón García (protagonista de este caso), cabeza visible de los diferentes proyectos artísticos y productivos que se desarrollan en Pueblo Bello, entiende el arte como un escenario de divulgación y disputa por la memoria histórica que debe construir Pueblo Bello al tratarse de uno de los municipios más azotados por la violencia en el Urabá antioqueño; para él, el escenario artístico no riñe con el escenario productivo, por eso encuentra solución económica a por lo menos 30 jóvenes de manera directa, cientos de manera indirecta, a través de la música, el teatro, la comercialización de plátano y cacao y la presentación de los más variados servicios en gastronomía y espacios sociales; no obstante, la importancia que tiene para él el elemento económico para el sostenimiento de los proyectos, encuentra en el escenario de la memoria histórica un inamovible en la construcción de tejido social; por ello, el museo de la memoria, que él lidera, representa el homenaje y la recordación permanente que le hacen a las víctimas, para que no se repita y no se olvide, pero sobre todo para encontrar caminos de reconciliación que rompan los ciclos de venganza y el reclutamiento de jóvenes hacía los diferentes grupos ilegales que operan en la zona del Urabá.

En este punto, se destacan dos iniciativas fundamentales que gestó Ramón en el corregimiento: el Centro Social y Comunitario Remanso de Paz y la Asociación Talento y Futuro; con respecto a la primera, como parte de las medidas de reparación colectiva de víctimas, con las que se busca pasar la página de la violencia, la comunidad de Pueblo Bello, junto con Ramón García, definieron la necesidad de tener una edificación que sirviera para recuperar y fortalecer la vida comunitaria del corregimiento y a la vez para honrar la memoria de las aproximadamente 500 víctimas que dejó la violencia (Grupo de Memoria Histórica, 2013); esta edificación se materializó en el 2014, albergando un programa formulado directamente por la comunidad, en donde “conviven con el pasado y le otorgan significado, pues es la memoria la que crea sentido, manteniéndolo vivo, mientras lo hace parte de la orientación cultural del tiempo presente” (Cataño, 2011, p, 227).

Esta orientación supone una perspectiva del futuro, una dirección que da forma a la vida la comunidad de Pueblo Bello; es por ello que la historia es una forma elaborada de memoria, toda vez que va más allá de los límites de la vida del individuo, uniendo los pedazos de los pasados que se recuerdan en una unidad temporal que permite que exista una interpretación del cambio (Cataño, 2011; Rüsen, 2007); la memoria colectiva, a su vez, se relaciona con la identidad, tanto grupal como individual, en tanto que el pasado común, preservado por medio de instituciones, tradiciones, símbolos y creencias, es crucial para delinear la identidad presente: identidad y memoria son codependientes y se mantienen vivas gracias a narrativas que se trasmiten por diversos medios más allá del aprendizaje escolar.

La Asociación Talento y Futuro, según Ramón García, líder en la comunidad y abanderado de la iniciativa, es un proyecto en constante reinvención para adaptar el arte a la realidad de las comunidades del Urabá Antioqueño, sobre todo del municipio de Pueblo Bello; el proyecto inicia en 1999, cuando el conflicto armado estaba en su pico más alto en la región; este espacio se creó para brindar una alternativa para niñas, niños y jóvenes, distinta a la vinculación en los grupos al margen de la ley; de esta forma, cuenta Ramón, “es que nace el proyecto que buscó en el teatro, la recreación y la danza y con la nueva incursión en la música, una posibilidad de reescribir la historia de Pueblo Bello y del Urabá”; así, esta propuesta se ha extendido por medio de semilleros en los corregimientos de Altos de Mulatos, San Vicente del Congo y Nueva Granada.

Estas dos iniciativas son representaciones de cómo hacemos memoria para no olvidar, para que no vuelva a suceder o para intentar comprender lo sucedido, para no repetir, para sobreponerse al dolor y las maneras en las que se ha hecho en Pueblo Bello, es mediante la reconstrucción del tejido social con arte, representando lo sucedido con teatro, otorgando nuevos panoramas a los proyectos de vida de los jóvenes y, en general, hablar de aquello que no estaba permitido porque “la violencia, a diferencia del poder, es muda, comienza allí donde acaba el discurso” (Arendt, 1979, p,30), en donde se puede preguntar, lamentarse, reconocer, sanar y perdonar.

Fuentes.

 Arendt, H (1979), De la historia a la acción, Trad, Fina Birulés, Barcelona: Paidós.

 Campillo, A (2015), Tierra de nadie: cómo pensar (en) la sociedad global, Herder.

 Cataño, C (2011), Jörn Rüsen y la conciencia histórica, Historia y Sociedad, 21, 223-245.

 Congreso de Colombia (2011, 10 de junio), Ley 1448, Por la cual se dictan medidas de atención, asistencia y reparación integral a las víctimas del conflicto armado interno y se dictan otras disposiciones, Diario Oficial 48096: http://www suin-juriscol gov co/ viewDocument asp?ruta=Leyes/1680697.

 Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso de la masacre de Pueblo Bello vs Colombia, Sentencia de 31 de enero de 2006: http://www corteidor cr/docs/casos/articulos/seriec_140_esp pdf.

 Grupo de Memoria Histórica (2013), ¡Basta Ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad, Bogotá: Centro Nacional de Memoria Histórica.

 Rüsen J (2007), “How to Make Sense of the Past – Salient Issues of Metahistory”, The Journal of Transdisciplinary, 3(1), 169-179  Serrano Gómez, E (2001), Filosofía del conflicto político, Fondo de Cultura Económica.

 Sin Olvido (2014), 24 años de la desaparición forzada de 43 campesinos en Pueblo Bello, Recuperado de: http://sinolvido justiciaypazcolombia com/2014/01/24-anos-de-la-desaparicion-forzada-de html.

 Sofsky, W (2006), Tratado sobre la violencia, Trad, De Joaquín Chamorro Mielke, Madrid: Abada Editores.

Resultado
El corregimiento de Pueblo Bello es un claro ejemplo de una comunidad que, pese a una historia común atravesada por diferentes manifestaciones de violencia, está creando diversas formas de salir de ese pasado a partir de unas iniciativas y desde diferentes perspectivas; una muestra de ello son las acciones constituidas en el Centro Social y Comunitario Remanso de Paz y la Asociación Talento y Futuro, en donde se propician espacios de encuentro, reconciliación, memoria histórica y resiliencia como un elemento que rehabilita las singularidades.